Guerra del 95: Trascendió como nuevo exponente en el desarrollo de la lucha revolucionaria
La protesta de Baraguá resguardó las ansias de independencia ante el vergonzoso Pacto del Zanjón, dejando inconcluso los fines libertarios irradiados por los mambises que se lanzaron a la lucha, encabezados por Carlos Manuel de Céspedes, el 10 de Octubre de 1868.
Los destellos de la intransigencia enarbolada por Maceo y demás patriotas, no dejaron morir el espíritu redentor, fecundaron la tregua de paz, la convirtieron en fructífera y fortalecieron el afán liberador con creadoras ideas para coronar el éxito de la victoria final.
Así el camino de la preparación de una segunda gesta emancipadora contra el colonialismo español, brotó de la fusión de pensamientos y voluntades como una centella aquel 24 de febrero de 1895, tras varios años de ardua, paciente y la ingente labor revolucionaria del más grande de los cubanos de todos los tiempos: José Martí.
En el estallido de Baire, progresó el fervor de libertad de los criollos cubanos, esta vez con la ventaja de las fuerzas de la unión que no acompañó a los patriotas en la primera guerra y la guía de un partido revolucionario de vanguardia creado por Martí para dirigir la lucha y asegurar la gloria.
He ahí uno de los méritos históricos de Martí: “lograr unir a todos los factores dispuestos a la guerra, organizarlos, trasmitirle una ideología y proyección política”, que hicieron de la estampida revolucionaria del 24 de febrero de 1895, un nuevo exponente de desarrollo en la lucha.
El programa martiano que relumbró hace 119 quedó como sueño, la ocupación militar norteamericana, el primero de enero de 1899, dejó inacabada la obra, quedó latente y progresó en otras etapas, hasta 60 años más tardes que fructificó con el triunfo revolucionario.
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